TAICHÍ·CHIKUNG: la Gran Medicina de Apolo

sol_alegre-1219El principio de tu sanación son las GANAS de SANAR. Aquí comienza la GRAN MEDICINA, aunque hay también «medicina» en otros niveles.

El TAICHÍ·CHIKUNG (ARTE de la ENERGÍA) es un sistema de sanación que opera en los tres principales niveles de la medicina: cuerpo, psiqué y espíritu.

La sanación por el Espíritu es la más eficaz y directa. Emana de tu Corazón satisfecho. Hace vibrar todas tus células y las de quienes te rodean: es gracia, amor, atracción, ganas, diversión, ilusión, empatía…En suma: BELLEZA y BONDAD emanando de tu Sagrado Corazón Iluminado. Esa es, en los antiguos mitos, la MEDICINA de APOLO.

No siempre estamos conscientemente conectados con ESA FUENTE INHERENTE DE TODO BIEN. Entonces podemos también activar los niveles inferiores de la sanación. Pacificamos nuestra psiqué (mente/emoción) y hacemos circular directamente en el cuerpo el flujo bioenergético dejando que penetre por todo, hasta el «tuétano de los huesos».

Sanamos la psiqué rectificando los programas equivocados de nuestra computadora mental y, a la vez, procesando las aguas corrompidas y ponzoñosas de  las emociones que nos dañan. Trabajamos aquí con imágenes, mandalas y mantras curativos, que ayudan a «dar a luz» nuestras oscuridades inconscientes transformándolas. Esa es en el mito la «medicina de Esculapio» (el dios de Epidauro y de Ampurias!…).

La sanación de emergencia actúa directamente sobre el cuerpo. El TAICHÍ·CHIKUNG nos ahorra -cada vez más con la práctica asidua- acudir a los médicos y hospitales. Activamos cada día el cuerpo mediante eficaces «posturas mágicas», hermosos ademanes, gestos, actitudes y deplazmientos, suaves, fluidos y armónicos. Nos movemos en sintonía con la respiración. Con todo ello aprendemos a deshacer nosotros mismos los bloqueos de energía, origen de todos los dolores y enfermedades. El «flujo de Chi» lo cura todo directamente, si le damos paso. Esa es en el mito la «medicina» del centauro Quirón, maestro de Aquiles, que es el «guerrero» por excelencia en la épica de Homero.

(…agradezcamos a Paul Diel (El simbolosmo en la mitología griega) haber reconocido en el lenguaje de los mitos las dinámicas de la sanación, que acabo de apuntar).

 

LOS CINCO AGENTES DE LA NATURALEZA (WU-HSING)

(A raíz de la lectura del capítulo III de La ciudad Cautiva <El arte del gobierno>, y como respuesta a Gemma, que desea << indagar y comprender la correspondencia entre la doctrina de los Cinco Agentes y las Cinco Vísceras del cuerpo humano, de las cuales según la medicina tradicional depende la salud del organismo>> escribo el siguiente apunte:)

La doctrina de los Cinco Agentes (corrientemente mal llamados “Cinco Elementos”, con los cuales no deben ser confundidos) es un tesoro cosmológico recibido en la modernidad a través de las enseñanzas extremorientales, en particular la medicina china, que toma esta doctrina como centro teórico; y la alquimia interna taoísta, practicada en T’ai Chi Chuan y otras escuelas de artes marciales. Los principios están escritos en el Nei-ching del Emperador Amarillo, que es la biblia de la medicina. Me he referido a ellos en dos ocasiones (cf. La Simbólica de las Artes Marciales, “Symbolos”nº 1. Guatemala 1990-91; y La ciudad Cautiva, Madrid 2006, cap. III, pp.184-6). Remito a estos escritos, para no tener que repetir lo ya expuesto. En este capítulo tercero del libro, que estamos estudiando, reproduzco una imagen clásica y mandálica de los Cinco Agentes sacada del libro de T. Bunnang (que curiosamente los coloca en un orden propio de la visión de los cuatro puntos cardinales desde el hemisferio Sur) y los refiero directamente a las cinco pasiones/virtudes principales, para ilustrar una “técnica” de trabajo interno para transmutar alquímicamente las energías densas y desagradables en energía positiva y creativa, es decir, en virtud. Incluyo a continuación una imagen pentagonal y pentagramática donde dichas pasiones/virtudes se asocian a las distintos valores “planetarios”:

Los Cinco Agentes pueden contemplarse desde un sinnúmero de niveles distintos de ordenación de la “materia cósmica”. Entre ellos destacan las Cínco Vísceras, que nos sirven como punto de referencia corporal y principalísimo para que las meditaciones en este sentido no sean meramente mentales (cerebrales, “teóricas” o “intelectuales” en el sentido racionalista habitual), antes sentidas, encarnadas y realmente efectivas en la transformación de nosotros mismos. Hay innumerables técnicas que derivan de esta doctrina, las cuales se aprenden el las escuelas del “arte de la energía” hoy en vías de vulgarización (y corrupción) bajo el nombre de Chi Kung. En este contexto el cuerpo humano, nuestro cuerpo, el cuerpo de cada uno tal como lo estamos sintiendo aquí y ahora, aparece como un cosmograma, al que los mandalas y gráficos aportados se refieren, del mismo modo que un mapa se refiere al territorio real de nuestros desplazamientos y viajes.

Pongo a continuación el célebre cuadro de correspondencias sacado de la Introducción (Su Wen) al citado libro del Emperador Amarillo, cuyo nombre encierra simbólicamente la maestría en este tipo directo e integral de sanación, en línea directa con la Presencia del Espíritu Divino.

Vale recordar, como ya lo he escrito anteriormente, que el simbolismo de los Cinco Agentes, y el talante de esta doctrina con sus métodos y técnicas (p. ej. El Hsing I Chuan, que con el T’ai Chi y el Pa Kua, conforma el ternario de los “estilos de combate” en las “escuelas internas” del taoísmo) se halla directamente en resonancia (por no decir en coincidencia) con los elementos que conservamos de la iátrica antigua de Occidente, a saber, la herencia pitagórica y de los asclepíadas, ambas aludidas una y otra vez en los diálogos platónicos, y en otros residuos tradicionales; y ambas vinculadas con las artes marciales -en las que destacó Pitágoras, según refiere la leyenda.

José Olives Puig

Cardedeu 09.03.11