Comentarios a La Ciudad Cautiva, cap. II (II entrega)

SOBRE EL BENEFICIO:

REGALO, GRATUIDAD Y GRATITUD

De Joan:

“Punto especialmente interesante es el beneficio, no como algo material, sino como algo que trasciende la materia, y se sitúa en la base de toda la estructura social y política. Uno se da cuenta leyendo este capítulo de la importancia que tiene saber dar, pero también, de los deberes que uno adquiere cuando es beneficiado por otro: un tema que merece profunda reflexión y que nunca me había planteado.”

De Pablo:

“Vivimos una etapa donde las personas han perdido la conexión con lo más profundo de su ser y ciegamente buscan la felicidad de modos equivocados (…) sin tener en cuenta, y en primera prioridad, lo más obvio : la persona y su formación humana. (…) Para esto es necesario el fortalecimiento del alma. Tengo que reconocer que he disfrutado y aprendido mucho en este capítulo.”

De Evaristo, con respuestade J.O. sobre la lectura:

“El presente capítulo me ha sido de más fácil comprensión, (…) porque he hablado con Lucio de cordobés a cordobés, y los dos hemos usado el mismo lenguaje, los mismos sentimientos.”

J.O.: Sí, así hay que leer siempre los textos de sabiduría clásico-tradicionales: “de cordobés a cordobés”, o también “como una carta dirigida a ti personalmente” indagando siempre en el sentimiento que hay detrás, en la intención de lo que nos quiere transmitir, en esa fraternidad a través de los siglos, en ese Espíritu que sopla desde más allá a través de las palabras. En suma: lectura atenta, lenta y meditativa. Ya no vale en estos parajes el punto de vista crítico. Este último sólo lo aplicamos a las ideas viejas incrustadas en la mente por antiguas programaciones que ahora ya no sirven.

De Gemma:

<<Séneca nos dice cómo podemos salir de todo lo negativo incentivando los pensamientos saludables, “la memoria de los beneficios”, que es todo aquello bueno que desde siempre tenemos, que nos ha sido dado. La teoría de las Tres Gracias, desarrollada mediante la iconografía (símbolos y mitología) es el principal vehículo utilizado por el pensamiento clásico para transmitirnos la doctrina del dar. Destacaríamos de las Tres Gracias los valores mandálicos, el vínculo más fuerte de la sociedad humana, el vínculo social por excelencia, el gran promotor de la amistad que nos hace concebir al hombre como un animal social esencial ligado a la benevolencia, beneficencia, ayuda y solidaridad. Para liberar a la “Ciudad Cautiva” se ha de conocer y practicar el arte de los beneficios… Los auténticos son aquellos que sirven como remedio para curar el alma, los que no podemos tocar con las manos: pensamientos, intenciones, recuerdos y disposiciones de ánimo positivo con respecto al prójimo.  Los pensamientos positivos no se generan de una forma automática la gran mayoría de las veces. Requieren un cierto esfuerzo, una creatividad de ideas y emociones. Los pensamientos negativos, por el contrario, fluyen de una forma mucho más automática, acuden sin que nosotros queramos, nos afectan y, con pasar el tiempo, crecen.

La doctrina de los beneficios nos sitúa en una “economía de gracia “donde el bien público consiste en asegurar  la gratitud del uno al otro. Todos los hombres son iguales a pesar de las diferencias en la virtud y en la fortuna.>>

Diálogo con Sergi:

S.: El beneficio está en la parte del ánimo y como dice Séneca “permanecerà siempre”. Pero tendrá que haber alguien que lo cuente. Tiene el mismo beneficio una buena acción si nadie la ve que una acción vista por todo el mundo?

J.O.: El beneficio lo “tiene” la persona, no, la buena acción. Si el beneficiado lo proclama, hay más beneficio (en general). Si el benefactor lo proclama, hay menos beneficio.

S.: Si el beneficio se convierte en norma podemos decir que ya no hay beneficio? En el momento de ser común desaparece? Por lo tanto actualmente somos una sociedad desagradecida, por no saber valorar lo que tenemos. (otra vez Séneca).

J.O.: Si “convertirse en norma” quiere decir que todos nos hacemos conscientes (de ser y haber sido regalados abundantemente) despertando en nosotros la gratitud, entonces aumenta el nivel de felicidad general: se refuerzan los lazos comunitarios y la buena vida. Eso es lo que se persigue con el aprendizaje de la “ciencia-arte” que estamos trabajando con ayuda de Séneca.

La sociedad ayer y hoy se vuelve desgraciada cuando los ciudadanos se olvidan de todo eso y caen en la ingratitud y todas las formas de pensamiento (y acción) negativo(a) que ello acarrea.

Nosotros somos más que la sociedad (en el sentido ontológico, no, sociológico).

S.: Como podemos considerar el intercambio entonces? És una muestra de gratitud? Y el comercio? Los dos salen beneficiados con lo que les interesa. En las negociaciones generalmente los dos salen perjudicados. No han podido llegar a lo que pretendían.

J.O.: Hay dos tipos distintos de intercambio (o economía) naturalmente jerarquizados: los beneficios y el comercio material y corriente. En el primero sólo se gana (si se hace correctamente); en el segundo siempre se gana y pierde. En el comercio, o en cualquier forma de pacto o contrato, puede haber también beneficio. Es humano que lo haya, pero es por añadidura. Esta “añadidura” en nuestros trabajos laborales es la que los convierte en algo placentero, anímicamente gratificante y humanamente formativo.

S.: Un proverbio “ Cuando te hagan un favor, grávalo en piedra, cuando tu hagas un favor, escríbelo en la arena”

(Otra cosa)…una duda: La adopción como un dar que no deberíamos dar?

J.O.: La adopción de hijos, la droga y el aborto no son temas que interese ahora entrar a discutir (y menos abstracta y descontextualizadamente, tal como se hace corrientemente). Frente a temas tan complejos y difíciles, si uno está empeñado en posicionarse abstracta o ideológicamente al respecto, unodebe seguir el parecer de la autoridad espiritual (personas que saben de eso más que uno mismo). Yo sólo he mencionado esas tres cosas como ámbitos problemáticos “donde hoy día hallaríamos ejemplos” de un verdad importantísima: “que a veces el beneficio consiste en no-dar lo que pide el solicitante”.

S.: Vinculando este tema con mi trabajo,…Para dar la voz debemos evaluar a quien se la damos y según qué grado

J.O.: Eso debe significar que podemos tanto beneficiar como dañar con lo que decimos (cantamos o gritamos) y que, por tanto, debemos medir bien nuestras palabras y sonidos. No es así?

Diálogo construido sobre lo Raquel escribe:

R.- Me preocupa profundamente que la falta de justicia social nos aboque a la disyuntiva de ser tiranos o esclavos…

J.O.: – Mejor poner simplemente «la falta de justicia», porque se trata de la justicia en el ser humano mismo. No es la sociedad o la falta de justicia social la que nos hace caer en el síndrome «tiranos/esclavos».

R.– La lectura de este capítulo me ha llevado a meditar sobre la necesidad de invertir los valores que dominan la sociedad actual. Comienza ya a haber movimientos de distinta índole en este sentido y creo que no podemos quedarnos cruzados de brazos. Tenemos la obligación y la necesidad de liberar a la ciudad cautiva, trabajando sobre nosotros mismos y sobre la ciudad (que tan bien representa el alma humana).  Desde el asociacionismo local a movimientos como el slow-food, comienza a verse la urgencia de reivindicar una visión realista que nos impulse a trabajar por el bien común. Es imprescindible desarrollar el valor-beneficio, junto con virtudes como el agradecimiento (los hechos son importantes, pero las actitudes lo son más porque dicen cómo somos. Dar las gracias por algo es digno de tenerse en cuenta. Ser agradecido es, en cambio, una forma de estar instalado en la vida y supone un convencimiento profundo;  la serenidad (la actitud agradecida ante la vida requiere como condición previa saber mirarla serena y atentamente, y de esta visión contemplativa surge el agradecimiento)

J.O.: Buena intención y noble pasión, en lo que dices. Pero conviene recalcar una y otra vez, que la forma clásico-tradicional de ver y practicar la política es diferente de la forma actual, que tenemos tan arraigada, la cual tiene como defecto el querer empezar la casa por el tejado. Eso es, cambiar la sociedad (exterior) antes de cambiar uno mismo.

Precisamente porque veo que esa no es tu intención, importa descartar los «movimientos sociales», los «cambios de valores», las «inversiones de los valores», etc. como formas de intervención eficaces. El cambio sólo se produce a través de la vida interior: cuando yo comprendo, siento y transformo en mi (y la relación con mi prójimo) las ideas y vibraciones que no están afinadas. Luego, a partir de esa comprensión/transformación, se nos va haciendo la luz sobre qué podemos hacer, diseñar, programar, de cara afuera (si es que hay que hacer algo…). En todo caso lo que realmente importa es la «conversión» de la mirada en cada uno de nosotros (eso es lo que Él espera…). Lo demás, el plano de la acción, viene por añadidura como un efecto espontáneo de la transformación interna. En realidad ambas cosas (lo interior y lo exterior) no están separadas, pero sí hay una clara jerarquía entre ellas, que la «política» de la modernidad ignora sistemáticamente, abocándonos siempre a considerar la sociedad como una máquina y a nosotros como los mecánicos-ingenieros.

Los valores por definición son buenos y, en general, hay coincidencia en ellos: la paz, el bienestar, la libertad, la familia, la prosperidad, etc. son queridos, defendidos y proclamados incluso por quienes los niegan en la práctica. No cabe duda de que los criminales, los violentos, los «intolerantes», los «terroristas», etc., también se suman a las manifestaciones defendiendo los valores, y participan en partidos, movimientos y oenegés con nobles propósitos. Comprender el arte/ciencia de los beneficios es otro punto de vista, algo mucho más concreto, inmediato y efectivo, que «reivindicar» o «desarrollar el valor-beneficio». El valor es nuestra alma y se desarrolla dejándonos penetrar por el flujo de gracia que constantemente nos regala el espíritu de Dios. Esa es la «antigua y primera política», en la que podemos colaborar «encarnándola». Ese auténtico valor se comunica espontáneamente, por osmosis, por contacto presencial, por vibración interna… Todo lo demás viene por añadidura.

R.– También me interesa sobremanera el beneficio como vínculo entre ciudadanos. El mayor beneficio por el que debemos vivir agradecidos es la capacidad de amar que nos conecta como a las tres Gracias en un ritmo ternario sostenido entre nosotros, la tierra y el cielo. Aquí encuentro la base y el desarrollo tridimensional del mandala de nuestra ciudad interna. La teoría de las Tres Gracias me ha apasionado, así como el tratado De los beneficios de Séneca (…) son puntos clave en el modelo de gestión que persigo, y que en mi libro <Comunicar para compartir , Barcelona 2010> son aspectos que, en cierto modo, ya trabajamos.

De MªJosé:

<<Me ha sorprendido la tremenda actualidad de la doctrina de los beneficios, donde se hace una crítica de las costumbres del momento; y que se proponga un “fortalecimiento del alma”, para la vuelta a los orígenes, ya que ciudad o sociedad es el alma humana.

El enderezamiento será a través de los beneficios, donaciones o regalos, donde la voluntad de los que dan hace que alcance medida de sacrificio o inmolación

Frente a la caducidad de las cosa hay una perennidad de los beneficios”. Esta frase me habla de (…) la perenne actualidad de la Redención de Jesucristo como don recibido por parte del género humano.>>


Hans

escribe unas Intuiciones sobre el entrelazamiento de lasTres Gracias, donde empieza dudando de que exista realmente la belleza interior (la de un gesto, la de una idea) y reconociéndola solamente en “los fenómenos que captan nuestros sentidos”. Tiene la impresión de que “necesita un objeto interno para manifestarse”. – Y sigue- No así el gozo, que a nadie le cabe duda de su interioridad en el sujeto que lo experimenta (…) La belleza produce gozo interior, pero si estamos en la ofuscación raramente es bello lo que nos rodea. Lo que viene a unir ambos, es la bondad. Entendida como «gracia», que supera incluso la mera voluntad sacrificada de hacer el bien, la bondad es un estado del alma que a diferencia de los anteriores, no tiene ningún sentido fuera de su nexo entre lo íntimo y lo que se presenta fuera en la realidad. Da para extenderse mucho, pero diría que el gozo y la belleza están entrelazados por la bondad y que solamente así podemos acercarnos a su explicación. La retórica de Séneca sobre los beneficios, no deja de ser, pienso, una forma práctica de bondad. A diferencia de los estamentos liberales que parten por principio del egoísmo, se parte del bien común. Esto hace que el sistema de libres transacciones siendo muy parecido al liberalismo por su modo de operar, sea radicalmente contrario…”

J.O.: A esta admirable especulación filosófica  estamos todos invitados… La “especulación” la perfeccionamos cuando los símbolos (en este caso las tres doncellas desnudas y enlazadas) nos sirven de espejo (speculum) para reconocer y meditar aspectos de nosotros mismos y del cosmos. Es “filosófica” cuando ya no intentamos construir un “sistema cerrado de pensamiento, que no sea contradictorio” (una filosofía moderna al estilo racionalista, donde se intenta que todo cuadre lógicamente) , antes la utilizamos (la especulación) para hacernos amigos y amantes de la sabiduría (ya que eso significa la «filo-Sofía»), para encarnar reamente el conocimiento y transformarnos a nosotros mismos…

En cuanto a la belleza interior, idea platónica por excelencia, y uno de los principales “nombres divinos” que nos ha legado la tradición… traigo a colación el libro de Edgard Wind, ya citado, que nos explica en clave iconológica (según el célebre estilo del Warburg Institute, que tantos frutos ha aportado a la intelectualidad del siglo XX) esta doctrina, la más rancia de la Academia Florentina. De allí he sacado yo buena parte de lo que expongo sobre las Tres Gracias en La Ciudad Cautiva. Allí podéis encontrar un desarrollo mucho más amplio, en relación con el cuadro entero de Sandro Boticelli, llamado “La Primavera”, a su otro célebre cuadro, el “Nacimiento de Venus” y otros célebre cuadros de nuestra pintura clásica, que Wind utiliza como iconos para ese tipo de meditación en el que nos hallamos, el cual él denomina con el nombre rimbombante “misterios paganos del Renacimiento” (en nuestro caso, los de Venus-Belleza). Reproduzcoaquí la portada del libro y un link con una selección del capítulo VIII, El nacimiento de Venus, cuyo contenido puede interesaros a todos, pese al esfuerzo de tener que navegar entre tanta erudición literaria y pictórica… es el estilo de Wind. Cambiar continuamente de registro intelectual (de dharsana, de “punto de vista”) es parte de las competencias que debemos adquirir para manejar nuestro método analógico y «comparativo».

Encontraréis las páginas seleccionadas aquí.

 

De J.Mª con una  respuesta de J.O. sorbre la justicia :

J.Mª.: “El arte de dar, sea en el plano que sea, tiene en la sociedad tanta importancia como la tiene la justicia, y guarda con esta virtud una relación directa, y aun la supera.” Esta  atrevida afirmación, contenida en el comienzo del capítulo II, guarda una gran verdad y nos muestra a su vez que el hombre puede trascenderse a sí mismo: muchos pueden pensar que no hay nada más allá de la justicia, que debe ser el valor absoluto que rija todo funcionamiento de la ciudad. Incluso si entendemos bien el concepto de justicia (dar al otro lo que es justo para él, no para ), el ser humano siempre puede trascender sus propios límites, y no para perder su sentido, sino para engrandecerse, como en el caso de dar, donde no se espera nada a cambio y se entrega un bien desinteresadamente –incluso puede que a un enemigo- con la seguridad de que si esa acción contribuye a construir un mundo mejor, otra vez seremos nosotros quien recibamos una gracia, y puede que mucho mayor.

J.O.: Quizá quieres decir demasiadas cosas a la vez… Aunque la justicia no es ahora directamente el tema, debemos señalar que esta tiene un carácter natural, es decir; objetivo. No tiene sentido, desde el punto de vista clásico-tradicional en que nos situamos, hablar de “lo que es justo para él” y “lo que es justo para mí”. En la verdadera justicia, a la que se refieren las doctrinas clásicas, ambas cosas coinciden. La justicia es un aspecto de la ley natural, no, una componenda entre intereses contrapuestos (tal como se piensa desde el artificialismo moderno o “maquiaveliano”). De eso hablaremos más adelante.

La acción benéfica es concreta. Sí que, en cierto sentido, contribuye “a un mundo mejor”, pero solamente si tiene impacto directo en el goce satisfecho del beneficiado y del beneficiante concretos.

J.Mª.: Dice Séneca I, Vii:2 : “se agradece mucho más lo que viene de una mano generosa, que lo que viene de una mano llena”. Esta sentencia me sugiere el valor que damos a las cosas de la vida, …lo más sencillo…: una sonrisa, una mirada, unas palabra de aliento… Por último me gustaría reflexionar sobre el que Séneca reconoe a la propiedad, como una función, un medio, para alcanzar el bien común, (…) base de (…) una comunidad-sociedad. Meditando acerca de su discurso, quizá sea más fácil comprender la situación de nuestro mundo contemporáneo, (…) esclavizada por el “yo” y su ansia de poseer…>>

Beatriz escribe:

<<… que son muchas y maravillosas las ideas de esta lectura (…) …que <después de ella> soy una persona diferente: he entendido el verdadero significado de muchas actuaciones de mi vida profesional, y he reflexionado sobre su verdadero sentido. (…) He aprendido cómo se ha de dar: incluso anticipándose a la demanda, con prontitud, sin esperar a ser demandado, porque entonces desmerece el verdadero sentido. (…) Sobre el tema que el goce es menor cuando el beneficio se otorga de forma colectiva,estoy totalmente de acuerdo (…). Que la ingratitud es el peor de los males, es una verdad como un templo, una de las enfermedades de nuestro siglo: nos lleva a la autodestrucción. La frase «ayudar ea los demás es la principal manera en que uno se ayuda a sí mismo»,me hace pensar en las personas que proyectan su vida hacia los demás son inmensamente felices. (…) La trampa y la esclavitud del consumismo, que nos hace sentir tristes y frustrados (…) cómo en Navidad la gente se siente triste…

Durante 25 años en la docencia he hecho mi trabajo lo más efectivamente posible e intentando que mis alumnos aprendiensen y creciesen como personas responsables, pero esta faceta interior no la he proyectado en ellos. Deseo hacerlo a partir de ahora y tener un tiempo diario para ese mandala, que tan necesario es para mi persona.

Mil gracias.>>

De Tatiana, con un comentario de J.O. sobre la riqueza:

“La acción de regalar generosamente, o de beneficiar a alguien por el gusto de hacerlo, ofrece contrastes con la acción de impartir justicia, ya que esto último siempre conlleva obligación y sujeción al derecho, mientras que el beneficio es gratuito y totalmente libre: beneficio y justicia no son equiparables, pues si bien lo primero es un acto voluntario y libre, la justicia lleva consigo un acto de obligación. Pero al mismo tiempo, ambos conceptos deben estar unidos (…) Siguiendo el pensamiento de Séneca, necesitamos comprender y redescubrir el verdadero sentido de la riqueza, recuperar la capacidad de hacer y de recibir correctamente los favores y los regalos, de manera que se fortalezcan tanto el alma individual como el alma colectiva: la riqueza no es algo material, sino que es el saber dar y entregarse a los demás de manera desinteresada. Saber ver y recibir los actos voluntarios de los demás es lo que hace ricas a las personas: esta es la verdadera riqueza del ser humano, y hemos de saber transmitirla a los demás.

J.O.: Tu comentario da en el clavo. El trasfondo de este capítulo II es ayudar a comprender qué es la riqueza y, sobre todo aprender a reconocerla, gozarla y aumentarla en beneficio propio y del prójimo. La “sociedad opulenta” (affluent society) que mediante la revolución moderna hemos creado a lo largo de los últimos siglos, se ha desarrollado a costa de la sabiduría, que hoy tratamos de recuperar. Ésta nos enseña el verdadero sentido de la riqueza/pobreza. Hay que comprenderlas a las dos, porque la verdadera “idea” está siempre más allá de los complementarios. Somos demasiado ricos en unas cosas y demasiado pobres en otras. Riqueza y pobreza pueden ser ambas vicio y virtud. Todo depende de la medida, del nivel y la capacidad de comprensión: en suma, de la sabiduría… “Sólo el sabio es rico, ya que todo lo posee…” dice Séneca. Pero eso ¿lo estamos entendiendo verdaderamente? o estamos todavía con la visión literal y material (la del capitalismo, el liberalismo, el marxismo, el pseudo-franciscanismo, el buenismo tercermundista, etc.). Aquí no se está hablando de una riqueza que se pueda conseguir con ingeniería social ni con “políticas públicas”. Se trata de algo mucho más grande, eficaz y directo: la reforma del pensmiento, el fortalecimiento del ánimo, la recuperación de la bondad y la belleza original de nuestro Ser, que ya es perfecto y existe desde illo tempore. Desde este talante, que también denominamos “arte de la energía”, damos la bienvenida a la riqueza, que incluye la prosperidad material, y el goce de la misma, para cada uno de nosotros, nuestras familias y el prójimo que siempre nos rodea. La sabiduría no tiene forma externa. No es incompatible ni siquiera con la abundancia material. Pobreza y riqueza son esencialmente coincidentes, aunque eso parezca mentira desde el pensamiento dual al que nos han acostumbrado. Sin desprendernos de todo, no podemos empezar a gozar de la abundancia que gratuitamente derrama el Cielo sobre nosotros.

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SOBRE LA COMPLEMENTARIDAD DE

VIRTUD Y PLACER:

Ha sorprendido a Evaristo que “virtud no está reñida con placer.” Volveremos sobre este tema tan importante en el capítulo VI, donde se desarrolla más, a propósito de Santo Tomás Moro. De momento basta con haber señalado esta doctrina tan ortodoxa, defendida por los humanistas (como el cardenal Lorenzo Valla, enterrado en San Juan de Letrán, y gran defensor de la voluptas) en una época en que la ruptura de la cristiandad y el endurecimiento de las conciencias, empezaba a oscurecer para la mayoría el verdadero sentido de la religión. En todo caso el cultivo espiritual es bueno porque aporta a nuestra vida, y a la de quienes nos rodean, un goce mayor. Existe también una jerarquía en los placeres: no todos son igualmente duraderos o satisfactorios. En los grados inferiores se mezclan con el dolor; en los superiores, son pura beatitud permanente y estable, sin mácula de sufrimiento. Ascender en la escala de placeres es imposible sin ayuda de la virtud. La virtud sin placer se aleja de su objetivo, que es el goce en sentido espiritual (gozar de Dios, de su Presencia, su Bondad, su Amor, siempre generosamente disponible para nosotros). Sin duda, la clave se halla en la coincidencia de esta aparente oposición entre complementarios.

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SOBRE LA AUTÉNTICA FILOSOFÍA Y LA ESENCIAL COINCIDENCIA DE LAS DOCTRINAS ANTIGUAS

A Evaristo le “llama especialmente la atención, por (la) formación escolástica y cartesiana recibida, que se dé una fundamental coincidencia en los puntos de partida de los autores clásicos (…)”, que en “los presocráticos, Platón, Aristóteles, los estoicos, epicúreos y cínicos, con sistemas filosóficos distintos unos de otros” podamos hallar “convergencia de los puntos de vista, o enfoques”, que “configuren una tradición”, y podamos “descubrir su complementariedad”.

Sobre eso mismo escribe Juan: “me ha parecido especialmente interesante entender la historia de la filosofía, no como una evolución en el tiempo basada en hipótesis y teorías que se contraponen y se superan, sino como diferentes puntos de vista acerca de un todo que es común, y que todos los filósofos aceptan como verdadero. Esta puntualización ha representado para mí –a pesar de mi formación universitaria como humanista- un giro radical en la concepción de la historia de la filosofía, ya que siempre se me ha presentado desde un punto de vista evolucionista y de contraposición de teorías, enfrentado a las diferentes escuelas y filósofos.”

Ya empezamos a plantear en clase este tema del verdadero sentido de la filosofía (la “antigua”, la que parte del legado tradicional, la encaminada a la sabiduría). Es un tema mportante para eliminar obstáculos a beneficiarse del pensamiento que en LCC denomino “clásico-tradicional”, un método de pensamiento que tratamos de recuperar, y que ha sido desfigurado por eso que se ha dado en llamar “historia de la filosofía”, la cual parte de punto de vista nuevo y especial, que la modernidad ha diseñado para la enseñanza oficial media y “superior”.

Para darse cuenta de este punto de vista especial, hoy corriente entre la mayoría de pensadores académicos y universitarios, hay que comprender (y superar) lo que significa el punto de vista “sistemático”, que lo afecta, limitando el alcance de la indagación y deformando irremediablemente todas las formas de pensamiento anteriores y/o distintos de la modernidad occidental europea. De bo decir, antes de escribir cuatro cosas al respecto, que este tema es el que subyace en toda la trama de LCC, y que el principal método para captarlo es -además de la lectura y la transmisión oral- el trabajo ya encargado con los diccionarios de símbolos, que nos introducen al nuevo/viejo método de pensar con la intuición y el corazón: no sólo con el cerebro.

Aunque parezca mentira, la “filosofía” moderna (o racionalista) se desarrolla sobre todo en Europa a partir de la síntesis del “angélico doctor” Stº Tomás de Aquino. Su sistema racional de doctrina (la escolástica) es una síntesis genial (continuamente la estudiamos, yo la uso y divulgo repetidamente en mi libro, y en la enseñanza universitaria, para la ordenación del pensamiento en el análisis de aspectos doctrinales), pero desde otro punto de vista más importante es peligrosísima, tal como lo reconoció el propio Aquinate. Peligrosa porque distorsiona el pensamiento tradicional (cristiano) en una estructura racional-sistemática (sólo mental); y peligrosa “civilizacionalmente” por toda la “filosofía moderna” que a partir de ella se generó, a saber, el racionalismo y todas las formas ulteriores de “superstición” que afectan la mentalidad moderna.

Hay todo un trabajo de recomposición intelectual que realizamos juntando fragmentos, y viendo la unidad detrás de las aparentes contradicciones. En el caso que nos ocupa –y que no puedo ni soñar en comentar aquí mínimamente por escrito- sería ya un gran paso comprender la idea de “puntos de vista” (en sánscrito, dharsana)aplicable a los fragmentos que nos han llegado del pensamiento precristiano, dejando de proyectarles la visión “sistemática” de la filosofía moderna. Pero hay muchos prejuicios y sombras históricas que dificultan dar este paso intelectual (prejuicios anti-orientales, “parroquialismo” o “etnocentrismo” europeo, imperialismo ideolóico occidental, progresismo mecanicista decimonónico, etc), aunque hoy la documentación y los medios para poderlo dar son abundantes (y aquí el obstáculo es que la “intelectualidad” actual no tiene el tiempo necesario para este tipo de cultivo en profundidad, ni el coraje que hace falta para la radical revisión de esquemas).

…Los fragmentos de los doxógrafos que Diels-Kranz con el célebre título de su obra, Fragmente der Vor-sokratiker (que marca un hito en la filología griega), acuñó este término “presocráticos”, que tanto éxito ha tenido, hasta el extremo de llegar a “inventar” una “filosofía” más, para añadirla al principio del catálogo de aquella  pretendida “historia”. Pero en realidad lo que hizo Diels no fue sinó juntar en un solo libro, los “fragmentos” en cuestión, que él iba recogiendo en los manuales de los doxógrafos bizantinos: nada más (y nada menos!) que de la compilación de frases inconexas, que los gramáticos griegos, en plena época cristiana, utilizaban como ejemplos para ilustrar el buen uso de la lengua griega. El patchwork de fragmentos así obtenido, no da pie a presuponer los distintos y contradictorios “sistemas filosóficos”, que los programas oficiales de enseñanza del siglo XX han dado por establecidos…

Dichos fragmentos de la sabiduría ancestral griega (escritos principalmente por filósofos de las tierras periféricas: el Asia Menor y la Magna Grecia)se iluminan y llenan de sentido cuando podemos aplicarles el método “comparativo”, que yo considero indispensable por las humanidades en general, y por las de nuestra época en particular, tal como lo he explicado repetidamente. La “comparación”, en este caso se refiere a las doctrinas coetáneas de las tradiciones espirituales, que en aquella época colindaban por el lado de Oriente con el mundo griego. Aquí se opone otro prejuicio, hoy casi insoluble en el mundo “intelectual”- académico: la ideología del “milagro griego” (criticada por mi indirectamente a propósito de Fustel de Coulanges, y criticada con mayor autoridad que la mía por otros autores allí citados)que postula la desvinculación de la cultura Europea frente a la espiritualidad de Oriente, afirmando que lo que aparece en determinado momento en la antigua Grecia, es algo que surge “ex nihilo”, original y único, que alcanzará su pleno desarrollo en la modernidad occidental europea del siglo XX. Algo que nos distingue de las restantes civilizaciones de Asia y de la tierra, y nos sitúa espiritualmente en un grado superior y avanzado). Este prejuicio es difícil de desactivar, porque tiene su base en el etnocentrismo espontáneo que viene de la ignorancia, en el desconocimiento de la Antigüedad, y en el olvido de la propia tradición sapiencial (greco-egipcio-romano-judeo-cristiana).

En todo caso, conociendo las doctrinas de Oriente (hinduismo y budismo, principalmente, por lo que atañe al mundo greco-romano) nos percatamos “comparativamente” que al mismo contexto espiritual pertenecen los dichos fragmentos presocráticos, y también el posterior platonismo, y los distintos “ismos” que de el se derivan (incluido también el escepticismo, además de los que cita Evaristo). Reflejan y reproducen fragmentos de las doctrinas espirituales que el hinduismo ordena bajo la división en dharsanas, y el budismo recoge posteriormente en forma de sutras. Hay bibliografía seria, erudita y comprensible, sobre todo eso para el que desee estudiarlo como yo lo he hecho; y para aplicar el método comparativo, también existe la posibilidad, aun mejor, de aprender directamente de los vivientes sócrates, platones, diógenes y sénecas, que son los maestros y portavoces de estas doctrinas espirituales “orientales” que han seguido vivas y activadas hasta hoy y que se hallan al alcance en las grandes ciudades de Oriente y sobre todo de Occidente.

Se olvida demasiado que en la Antigüedad egipcia y greco-romana hubo intenso contacto con Oriente, principalmente Persia, Asia central, e incluso importantes contactos con el Extremo Oriente. Hubo expansión y contactos militares. El más célebre, el de Alejandro, con todas las secuelas coloniales y culturales. Hubo comercio por la Ruta de la Seda, hoy desértica, pero jalonada de impresionantes y cultísimas ciudades, que en época de Marco Polo aún tenían vida bajo forma de oasis, antes de quedar cubiertas por la arena del desierto que en los últimos siglos ha borrado aquella gran e importante ruta de comerció y civilización que atravesava todo este continente (Asia) al que Europa pertenece también. Hubo conacto artístico, como lo han explicado y documentado los grandes expertos del siglo XX, cuyos estudios no han sido incorporados a los manuales de la enseñanza oficial. Hubo sobre todo los continuos viajes de los estudiantes de filosofía y los sabios, siempre los más viajeros y adaptables, y todos ellos visitadores de Oriente, como lo afirman sus escritos y lo recogen las tradiciones antiguas (que los filólogos modernos han negado sistemáticamente (usando del pretendido “método crítico-científico”) y luego silenciado). Muchos de ellos nacieron en Asia Menor, como Dión de Prusa, cuya enseñanza nos servirá de ayuda en el próximo capítulo. Filósofos como él o como su maestro, Diógnes, discípulo de Sócrates, corresponden exactamente al tipo de “filósofo” oriental que hemos podido conocer hasta hoy, cuyos dichos, obras y formas de ver han podido redescubrir los estudiosos occidentales de nuestro tiempo.

Pues bien, en el conocimiento “comparativo” de las doctrinas asiáticas, hoy vivas, puede reconocerse la unidad doctrinal de aquellos “fragmentos de los presocráticos”, así como de la filosofía griega posterior. Tal como pone el cap.I de LCC, hay una parte selecta de la intelectualidad del siglo XX, que ha explicado y documentado abundantemente esta importante herencia cultural de la modernidad, que todavía se acostumbra etiquetar como “filosofía oriental”. Reconectarnos hoy con el tronco de nuestro pensmiento clásico-tradicional (eso que, no hallando mejor denominación para hacerlo comprensible, yo he denominado una y otra vez “el humanismo”, o la “tradición humanista”) comporta aprender “comparativamente” de las grandes civilizaciones y las tradiciones espirituales de las culturas antiguas, arcaicas y primitivas. El método “comparativo”, junto con las claves del lenguaje analógico (la hermenéutica simbólica tradicional) son la manera de ir viendo aquella unidad del pensamiento antiguo que subyace en las aparentes diferencias, contradicciones y escuelas. En el capítulo próximo (III. El arte del gobierno) seguiremos ampliando este tema y profundizando en él.

José Olives Puig

Cardedeu, 25.02.11